sábado, 13 de marzo de 2010

Repercuciones del protocolo de Kyoto

Además de establecer obligaciones jurídicas a los países industrializados, el protocolo pone el dedo en la llaga que crece día a día en la comunidad científica. Así, por un lado se alinean los especialistas que aseguran que de la puesta en práctica del protocolo depende el futuro del mundo, y por el otro, quienes piensan que Kioto no es más que un sinsentido, perjudicial para la ciencia, para la economía y para la política. Los segundos acuden a las incertidumbres que abren los pronósticos meteorológicos a largo plazo, sembrando aún más la confusión. La mayoría de los escépticos sobre el calentamiento global no niegan que el mundo esté atravesando un período de recalentamiento, pero dudan que se deba a actividades humanas. Dicen, en cambio, que es un proceso natural (durante los últimos 800 mil años, el clima mundial osciló entre períodos glaciales o glaciaciones, en los que los hielos cubrían un tercio de la superficie de los continentes, y períodos interglaciares, de temperaturas más moderadas, como en el que estamos hace diez mil años y que supuestamente estaría por terminar). Y como ocurrió en el pasado, dentro de un tiempo pasará

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